“El poniente que no se cicatriza,
aún le duele a la tarde". (Jorge Luis Borges).
Hipólito PS. / rotativoenlinea.com
Oyóse, en el centro de un bosque sierreño,
Una cascada de suspiros;
Como en torno a Babel es la confusión,
¿Qué dirán las copas de los árboles cuando
La sinrazón les arrebata sus raíces?
Mendigos los otros, los aquellos, los quien sea.
Identidades hay en el fondo de esos suspiros
Las rosas y los gusanos bailan bajo el sereno
de la mañana;
Y la brisa fresca de la libertad se extiende
Por los arrabales de un sendero oculto.
La legión de las cascadas de suspiros
Susurran una dulce melodía
¿Por qué es melancólica para mí,
Huraño entre los huraños?
Suerte de hallar, en los recónditos pasajes de
Las historias de los días, una salida.
O una entrada,
O un suspiro,
Que no sea mío,
Porque yo, extranjero,
Soy veneno,
Soy hiel,
Y fuego consumidor,
Junto a los extranjeros,
Que se dicen ser mis hermanos ,
Los hombres.
El péndulo apunta a la herida
No hay retorno en este gris tiempo
La corona perdió facultad.
Oyóse, bajo el azul cielo de las
Constelaciones terrenales,
Una cascada de silencios
Era la voz muda de los caminantes
Que se perdieron en la espesura
De los eones del tiempo
Y que, sin ser recordados,
Sostienen airosamente
Las llaves del tiempo
¿Las puertas estarán en el pecio de la victoria?