Jueves, 21 de noviembre de 2024

Miedo a la oscuridad

El niño José Andrés Zepeda Coutiño, fue el ganador del primer lugar del 1er Concurso de Cuento Infantil “Rotativo escribe”, en la categoría de 10 a 12 años de edad.


Por rotativoenlinea.com

2 de mayo de 2022 Actualizado a las 23:05:14

1er Concurso de Cuento Infantil “Rotativo escribe”

José Andrés Zepeda Coutiño / rotativoenlinea.com   

Un día, un niño llamado Jorge estaba en una de las aulas de su escuela, trabajando y participando, hasta que llegó la hora de la salida. Jorge y sus amigos se juntaron
para poder jugar a la pelota: ¡Esto es divertido! –Dijo Jorge-.
Ángel (uno de los amigos) se fue porque lo habían ido a recoger para llevarlo
a su casa. Los demás: Chris, Camilo y Jesús, también se fueron.
Al llegar a su casa, Jorge dejó sus cosas, comenzó a hacer la tarea y, al terminar, fue a comer lo que su mamá tenía preparado para ese día: -Qué rica comida! –Dijo. Más tarde, salió a jugar con sus amigos. Empezó a atardecer y su mamá salió a pedirle que volviera a casa porque oscurecía. Ya en casa, Jorge cenó, fue al baño y, al terminar, a dormir.
Dos horas después, Jorge se levantó para tomar un poco de agua y encendió las luces. El sonido del viento era fuerte, de pronto se fue la luz y Jorge se asustó mucho. Corrió para encenderla de nuevo, pero fue imposible. Si algo era insoportable, eso era la oscuridad. En ella, todo se vuelve escalofriante.
Una sombra espeluznante lo observaba, pero viéndola detenidamente, adquirió la forma de un muñeco que él mismo había dejado en un sillón, eso lo tranquilizó, al menos un poco. Continuó tratando de hacer que la luz encendiera, al mismo tiempo que veía espíritus y espectros caminando hacia él y lloró, ya no pudo aguantar más y las lágrimas y sollozos comenzaron a salir. Se sentía impotente ante esas apariciones, que alucinaciones o no, él veía. Es sorprendente cómo la imaginación, unida al miedo, puede hacernos sus víctimas.
Jorge, paralizado, esperaba con ansias que la luz volviera, porque los aparecidos se multiplicaban, pero ahora, notaba que no le hacían nada. Que, aunque era más que al principio, no le causaban ningún daño y decidió caminar a su habitación. Se fue abriendo camino entre esas sombras oscuras que pretendían agarrarlo, pero que ni siquiera lo rozaban. Al fin, llegó a su habitación.
Al día siguiente, Jorge despertó y bajó a desayunar lo que su mamá le tenía ya preparado. Decidió no contarle nada. La luz había vuelto y parecía aclarar, no solo la casa sino también sus pensamientos. Después de ese día, Jorge no le tuvo más miedo a la oscuridad.