Por Luis Adrián Miranda Pérez
Profesor e investigador
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Hace algunas décadas se solía escuchar de manera frecuente la frase “Los jóvenes son el futuro de México”. A menudo también era utilizada por aquellos políticos que buscaban simpatía y votos en ese grupo poblacional. Sin embargo, detrás de ese discurso propagandístico, imperaba una realidad: demográficamente, los jóvenes alcanzarían mayoría en el país.
Esa realidad ya llegó. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2020), el 30% de la población mexicana oscila entre una edad de 12 a 29 años. Particularmente el estado de Chiapas, ocupa el primer lugar a nivel nacional con mayor número de jóvenes, con una edad promedio de 24 años.
Aunque la juventud suele determinarse a aspectos biológicos y psicológicos, es una categoría construida socialmente, toda vez que la sociedad y con ello, las instituciones son quienes determinan quienes pueden ser considerados/as jóvenes y quienes no.
Es fácil, si usted revisa las diversas disposiciones y legislaciones en materia de juventud en el mundo, verá que no existe consenso de quiénes pueden ser considerados como tales.
Pero algo que está presente en la conciencia de cada persona, es la idea que tenemos de la juventud, habitualmente asociada al cuerpo, a la apariencia; un conjunto de características físicas, principalmente, que suelen relacionarse a las personas con su edad y, por tanto, al grupo poblacional al que pertenecen, pero ese será otro tema a abordar en el futuro.
¿Qué implica en el presente y el futuro que México sea un país joven? Incertidumbre y grandes retos por superar.
Históricamente ha existido una lucha entre adultos y jóvenes. A estos últimos se les ha relacionado a la rebeldía, a la falta de experiencia e ideales claros, entre otros. Aunado a esa disputa, la falta de condiciones económicas, educativas, de bienestar social, entre otras cosas, ha provocado que los considerados jóvenes, en su mayoría, sean relegados y vivan en condiciones precarizadas.
Esta precarización, que no es reciente, debe de asustar a todos y todas, porque si las circunstancias no mejoran en el presente, se vislumbra un escenario de terror, porque en las próximas tres décadas los jóvenes de ahora envejecerán en condiciones aún más precarias.
El futuro de las juventudes es incierto. Necesitarán asistencia social, cuidados, mayor y mejor sistema de salud y recursos económicos propios para vivir su vejez, porque ya no dispondrán de pensiones, tal como ahora gozan algunos adultos mayores.
Las juventudes ya no son el futuro, sino el presente y sin duda, el preludio del futuro
Referencia
INEGI (2020). Censo de Población y Vivienda 2020. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Recuperado de: https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/2020/