Entre aplausos, miradas cómplices y la convicción de quienes creen en una nueva forma de hacer política, se llevó a cabo la Reunión de Líderes del Movimiento de Esperanza, encabezada por Rocío Farrera y Pepe Garza, referentes estatales del movimiento que ha comenzado a consolidarse como una auténtica fuerza social en Chiapas.
En un ambiente de cercanía y diálogo, las y los asistentes coincidieron en que la esperanza no se decreta, se construye desde abajo, con la participación de la gente que día a día levanta al estado con trabajo, humildad y convicción.
“El Movimiento de Esperanza está listo para convertirse en partido político desde el pueblo, no desde las cúpulas”, expresó Rocío Farrera, subrayando que el cambio verdadero no nace de padrinos políticos ni de viejos esquemas de poder, sino de la organización ciudadana.
Durante la reunión, Pepe Garza destacó el papel de las asambleas celebradas en todo el territorio chiapaneco como la prueba viva de un movimiento que crece con hechos y no con discursos reciclados.
“Desde la Sierra hasta la Costa, desde los Altos hasta el Soconusco, la Esperanza avanza con paso firme, somos miles los que creemos que Chiapas merece una nueva historia”, señaló Garza.
El encuentro se convirtió en una jornada de reflexión y compromiso, donde se reafirmó que los ideales de Eduardo Ramírez Aguilar, “un hombre que ha transformado a Chiapas”, son hoy la inspiración de una nueva etapa política que pone al pueblo en el centro de la acción.
Entre los mensajes, hubo una idea que se repitió una y otra vez, me la Esperanza no se detiene, no se vende y no se doblega.
El Movimiento avanza, sin miedo, sin padrinos, sin descanso.
Cada voz, cada voluntad y cada paso confirman que la Esperanza ya no es una promesa, es una realidad que nace del pueblo y para el pueblo.
“Cuando el pueblo decide, recordó uno de los asistentes, ¡no hay chance a nada!”