Viernes26 de abril de 2024

Un sueño pesado

Mención honorifica en el certamen 1er Concurso de Cuento Infantil “Rotativo escribe”.


Por rotativoenlinea.com

5 de mayo de 2022 Actualizado a las 09:05:37

José Leonardo Caracheo Pérez / rotativoenlinea.com   

Había una vez un señor llamado Gabriel, quien amaba mucho a su gato Caramelo. Todo el tiempo le daba de comer pescado, atún con croquetas y agua. Él y Caramelo se la pasaban muy bien, dormían juntos, y cuando iban a la cama Gabriel siempre le contaba un lindo cuento a su gato.

Pero, una noche Caramelo comenzó a comportarse muy extraño, como si siguiera algo o alguien. Gabriel fue a investigar a quien seguía y vio que la Televisión estaba encendida pero no había nadie, así que agarro el control.

Después fue a revisar la cocina y notó un plato estaba roto en el suelo, levanto los trozos y los tiró a la basura. Pero, de repente, escuchó un grito, como era de noche toda la manzana estaba dormida, lo cual empezó a preocuparle. No hizo caso y siguió buscando a quien seguía caramelo. De repente oyó de nuevo el mismo grito en la misma dirección y no había nadie: - A lo mejor es un borracho- pensó.

Dos minutos Gabriel volvió a escuchar el grito de la primera y segunda vez, volviéndose a preocupar, por lo que fue a la ventana para ver de dónde provenían los gritos. Alcanzó a ver que una bicicleta en su patio se movía sola. De repente se volvió a caer un plato y fue directo a la cocina, pero no era nadie.

Poco después se empezó a escuchar música, por lo que subió las escaleras para saber de dónde provenía. Lo que vio fue la televisión encendida nuevamente, por lo que decidió apagarla otra vez.

Gabriel empezó a bajar las escaleras, dirigiéndose a su cuarto para ver si Caramelo estaba bien y notó que no se encontraba ahí. Siguió bajando para ver si estaba en la sala, pero tampoco tuvo suerte. Pensó que lo encontraría en la cocina, y tampoco tuvo éxito. Tiempo después, escucho un grito en la sala, pensando que podría ser caramelo, así que fue corriendo hacia allá y ver quien estaba gritando, pero no era nadie.

Gabriel empezó a preocuparse mucho por Caramelo y por todo lo que estaba pasando en su casa, pues no era normal todo lo ocurrido, hasta que escuchó un maullido y notó que esta vez sí era su gato. Lo tomó en brazos y se dirigió a la cocina para beber un vaso de agua. Temblando y muerto de miedo, bebió el agua, hasta que se escuchó otra vez un grito aterrador, provocando que tirará el agua al piso del espanto.

Cada vez Gabriel se preocupaba más por todo lo que pasaba en su casa. Decidió bajar a Caramelo y cuando paso, noto que su gato empezó a seguir de nuevo a alguien. Él pensó que era lo mismo que seguía de la vez anterior, pero ahora empezó a maullar mucho.

Justamente, donde se encontraba Caramelo se cayo un florero de vidrio que estaba sobre la mesa y al momento el gato salto del susto y corrió hacia Gabriel. Ambos muy asustados, se asomaron por la ventana y notaron que todavía era estaba oscuro y todos dormían.

De un momento a otro empezaron a escucharse pasos, así que Gabriel fue a investigar, sin embargo, no encontró nada. Luego los pasos empezaron a intensificarse hasta que se detuvieron.

Al dejar de escuchar el caminar de los pasos, Gabriel puso a Caramelo en el suelo y notó que esta vez se quedó quieto a su lado, con mucho miedo a algo, así que se agachó y lo acaricio. Sin previo aviso, Caramelo salto sin sentido, provocando que Gabriel se espantará también.

Fastidiado de todo lo ocurrido, Gabriel decidió llamar a la policía y después pensó que no le harían caso y lo tomaría de loco, dado que no todo estaba fuera de lo normal, pero él sabía que algo raro pasaba.

De repente Caramelo se fue corriendo a la sala y mientras Gabriel lo seguía y notó que la televisión había sido encendida otra vez. Tomo el control para apagarla nuevamente fallando en el intento, dado que le habían quitado las pilas. Desesperado opto por desconectarla.

Mientras Caramelo corrió a la cocina y se acercó a tomar agua a su bebedero. Cuando terminó se dirigió lentamente a Gabriel para que lo acariciara. Al instante, un perro a la otra calle comenzó a ladrar. Gabriel se asomó a la venta y vio que el perro ladraba a la nada.

Al poco rato se escuchó nuevamente un grito atroz, peor a los anteriores. Gabriel, muerto del susto, se dirigió a Caramelo, lo cargó y salió corriendo en él en brazos a su cuarto para encerrarse juntos y esconderse bajo las sábanas.

En ese instante, alguien comenzado a rasgar la puerta. Tembloroso, Gabriel abrazo a Caramelo mientras sentía que una presencia extraña lo observaba, sintiendo en su oído una respiración. Dos horas después, ambos cayeron de sueño.

A la maña siguiente Gabriel y Caramelo despertaron y para su sorpresa todo estaba tranquilo, como si nada hubiera pasado, fue cuando se dieron cuenta que todo había sido una pesadilla.

FIN